martes, 18 de febrero de 2014

"ESTEÑOS" y "OESTEÑOS"


Hablar de geografía en Tamtasia es como proponer a un loco una idea cuerda (aunque a veces, esa paradoja suceda).

Si hay un enigma en esta tierra sobre el que nadie se pregunta, salvo los lunáticos o los que son tenidos como tal, es la dirección del norte y el sur, este y oeste. Cuando un caminante inicia su viaje, solo se preocupa de emprender la marcha por la senda polvorienta o empedrada, en dirección del sol o en su contra, con la única idea de que debe llegar hasta su destino en un plazo determinado y por extraño que parezca, nunca falla en ese pronóstico.

Muchos han intentado y no lo han logrado, dar una respuesta lógica por medio de enrevesados mapas o bocetos de cómo es la singular extensión sobre la que viven. Para su desgracia, solo han servido para lograr la burla general y considerar su total inutilidad en la práctica real. Así pues, existe una resignación total a contemplar los mapas y esquemas cual vulgar diversión, una estimulación de la imaginación donde dar rienda suelta a sueños y empresas imposibles. Nadie en su sano juicio pretenderá utilizar ese objeto para recorrer los caminos y conocer sus poblaciones, pues ha sido demostrado repetidas veces de nada sirve confiar en ellos.

El sabio Manovista quiso dar una explicación racional a este problema. La solución estaba en cómo se trasladan los pájaros, por supuesto ellos nunca han utilizado mapas y realizan sus viajes de migración, año tras año, sin necesidad de guía alguna. Basando su razonamiento en pequeños trozos metálicos que todos poseemos en nuestro cuerpo, alineándose en razón a una fuerza que determina la dirección a tomar y nos guía sin pérdida ninguna a nuestra meta elegida. Unas fuerzas magnéticas, como las de los imanes, nos facilitarían encontrar los destinos. Aunque no ha podido demostrarlo empíricamente, otros sabios dicen podría ser la causa más sensata, con lo cual su propuesta fue aceptada en su mayoría y nadie quiso tratar de ahondar en dicho supuesto. 

Otros la cuestionan como una soberana estupidez, pues afirman haber estudiado cadáveres frescos y no haber encontrado “trozos metálicos” en ninguna parte. Quienes defienden somos parte de la tierra y estamos constituidos por los mismos elementos de ella ponen el grito en el cielo, sus detractores dicen jamás haber visto a un trozo de piedra echar a correr, aunque estos últimos nunca hayan visto a un Troll de cerca, tan parecidos a las rocas que incluso se alimentan de ellas. Claro está en su defensa aluden que los Trolls son seres de pura fantasía, productos infantiles de cuentos de la niñez y nada verificable esa ilusoria cuestión.

Mientras, los ciudadanos de Tamtasia siguen llegando hasta sus casas, por muy lejanas que se encuentren sin problema reseñable. Existen muy pocos casos de individuos aludiendo haberse perdido, aunque pudiera ser el efecto del alcohol en sus cuerpos, mareos y dolor de cabeza de resaca incluido, les hubiera hecho perder su rumbo. Por tanto, sus declaraciones nunca fueron tomadas en cuenta: “Me sentí arrastrado por una fuerza imposible de oponer, algo me hizo cruzar de un lado a otro una extraña puerta. La vi por escasos momentos aparecer ante el camino. Deje de caminar, más bien volaba sin poder posar mis pies en el duro suelo, jugaba conmigo como si se tratase de una peonza y no hacía sino dar vueltas desorientándome e hizo perder el sentido. Cuando desperté un fuerte mareo me acompañaba, luego averigüe encontraba lejos, muy lejos de mi hogar. Había hecho todo aquel trayecto en unos escasos segundos y no lograba comprender que me había ocurrido”. Sin duda alguna, la bebida provocó toda esa narración, descrita por uno de esos escasos seres que no pudieron volver a casa como los demás. Beban con precaución o puede se vean sometidos a un desvario como el de este individuo. 

Si uno desea conocer los puntos cardinales en Tamtasia, debe de acudir a un sistema menos heterodoxo y el cual parece dar buenos resultados: Si se encuentra con pueblos bárbaros, dedicados en gran parte a la vida nómada, quienes allí se localizan están al norte; si en un desplazamiento por mar llegan hasta Tantotongo, reconocible por su espesa jungla, es el sur sin dudar; a los lados las tierras abiertas son habitadas por los “oesteños” así llamados a los que viven en el oeste en incontables ciudades de una interminable costa entre el mar de hierba y el mar salado. Por último, los “esteños” quienes son los múltiples reinos al este en constante conflicto. Duras tierras de arenas y desiertos, con grandes oasis y feroces combatientes.

La zona imperial, junto al reino enano, los elfos y los dominios orcos, ocupan el centro y en este asunto nadie logra ponerse de acuerdo en su ubicación real. Todos afirman ser el mismo centro y ninguno desea verse relegado de dicho privilegio. Así pues todos ostentan ese derecho causando una gran confusión en cuanto su colocación.

Aún con tal contradicción, nadie llega a preocuparse realmente por tan extraña situación, prefieren ignorarlo y continuar la ruta emprendida sin problemas ni pensamientos que no llevan a parte alguna. La ignorancia les otorga la felicidad en su camino y por nada del mundo, nadie les hará cambiar de opinión.

Llegados a este punto, coja su carro o su hato, monte su cabalgadura más noble o sencilla y no dude llegará a donde ha elegido ir, pues es como debe ser. Y no le dé más vueltas, no vale la pena. Porqué esto es Tamtasia y en esta tierra, así son las cosas.

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