Hablar de geografía en Tamtasia es como proponer a un loco
una idea cuerda (aunque a veces, esa paradoja suceda).
Si hay un enigma en esta tierra
sobre el que nadie se pregunta, salvo los lunáticos o los que son tenidos como
tal, es la dirección del norte y el sur, este y oeste. Cuando un caminante
inicia su viaje, solo se preocupa de emprender la marcha por la senda
polvorienta o empedrada, en dirección del sol o en su contra, con la única idea
de que debe llegar hasta su destino en un plazo determinado y por extraño que
parezca, nunca falla en ese pronóstico.
Muchos han intentado y no lo han
logrado, dar una respuesta lógica por medio de enrevesados mapas o bocetos de
cómo es la singular extensión sobre la que viven. Para su desgracia, solo han
servido para lograr la burla general y considerar su total inutilidad en la
práctica real. Así pues, existe una resignación total a contemplar los mapas y
esquemas cual vulgar diversión, una estimulación de la imaginación donde dar
rienda suelta a sueños y empresas imposibles. Nadie en su sano juicio
pretenderá utilizar ese objeto para recorrer los caminos y conocer sus poblaciones,
pues ha sido demostrado repetidas veces de nada sirve confiar en ellos.
El sabio Manovista quiso dar una
explicación racional a este problema. La solución estaba en cómo se trasladan los
pájaros, por supuesto ellos nunca han utilizado mapas y realizan sus viajes de
migración, año tras año, sin necesidad de guía alguna. Basando su razonamiento en
pequeños trozos metálicos que todos poseemos en nuestro cuerpo, alineándose en
razón a una fuerza que determina la dirección a tomar y nos guía sin pérdida
ninguna a nuestra meta elegida. Unas fuerzas magnéticas, como las de los
imanes, nos facilitarían encontrar los destinos. Aunque no ha podido
demostrarlo empíricamente, otros sabios dicen podría ser la causa más sensata,
con lo cual su propuesta fue aceptada en su mayoría y nadie quiso tratar de
ahondar en dicho supuesto.
Otros la cuestionan como una soberana
estupidez, pues afirman haber estudiado cadáveres frescos y no haber encontrado
“trozos metálicos” en ninguna parte. Quienes defienden somos parte de la tierra
y estamos constituidos por los mismos elementos de ella ponen el grito en el
cielo, sus detractores dicen jamás haber visto a un trozo de piedra echar a
correr, aunque estos últimos nunca hayan visto a un Troll de cerca, tan
parecidos a las rocas que incluso se alimentan de ellas. Claro está en su
defensa aluden que los Trolls son seres de pura fantasía, productos infantiles
de cuentos de la niñez y nada verificable esa ilusoria cuestión.
Mientras, los ciudadanos de
Tamtasia siguen llegando hasta sus casas, por muy lejanas que se encuentren sin
problema reseñable. Existen muy pocos casos de individuos aludiendo haberse
perdido, aunque pudiera ser el efecto del alcohol en sus cuerpos, mareos y
dolor de cabeza de resaca incluido, les hubiera hecho perder su rumbo. Por
tanto, sus declaraciones nunca fueron tomadas en cuenta: “Me sentí arrastrado
por una fuerza imposible de oponer, algo me hizo cruzar de un lado a otro una
extraña puerta. La vi por escasos momentos aparecer ante el camino. Deje de
caminar, más bien volaba sin poder posar mis pies en el duro suelo, jugaba
conmigo como si se tratase de una peonza y no hacía sino dar vueltas desorientándome
e hizo perder el sentido. Cuando desperté un fuerte mareo me acompañaba, luego
averigüe encontraba lejos, muy lejos de mi hogar. Había hecho todo aquel
trayecto en unos escasos segundos y no lograba comprender que me había
ocurrido”. Sin duda alguna, la bebida provocó toda esa narración, descrita por
uno de esos escasos seres que no pudieron volver a casa como los demás. Beban
con precaución o puede se vean sometidos a un desvario como el de este
individuo.
Si uno desea conocer los puntos
cardinales en Tamtasia, debe de acudir a un sistema menos heterodoxo y el cual
parece dar buenos resultados: Si se encuentra con pueblos bárbaros, dedicados
en gran parte a la vida nómada, quienes allí se localizan están al norte; si en
un desplazamiento por mar llegan hasta Tantotongo, reconocible por su espesa
jungla, es el sur sin dudar; a los lados las tierras abiertas son habitadas por
los “oesteños” así llamados a los que viven en el oeste en incontables ciudades
de una interminable costa entre el mar de hierba y el mar salado. Por último, los “esteños”
quienes son los múltiples reinos al este en constante conflicto. Duras tierras
de arenas y desiertos, con grandes oasis y feroces combatientes.
La zona imperial, junto al reino
enano, los elfos y los dominios orcos, ocupan el centro y en este asunto nadie
logra ponerse de acuerdo en su ubicación real. Todos afirman ser el mismo centro
y ninguno desea verse relegado de dicho privilegio. Así pues todos ostentan ese
derecho causando una gran confusión en cuanto su colocación.
Aún con tal contradicción, nadie llega a
preocuparse realmente por tan extraña situación, prefieren ignorarlo y
continuar la ruta emprendida sin problemas ni pensamientos que no llevan a
parte alguna. La ignorancia les otorga la felicidad en su camino y por nada
del mundo, nadie les hará cambiar de opinión.
Llegados a este punto, coja su carro o su
hato, monte su cabalgadura más noble o sencilla y no dude llegará a donde ha
elegido ir, pues es como debe ser. Y no le dé más vueltas, no vale la pena. Porqué
esto es Tamtasia y en esta tierra, así son las cosas.
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