Lo llevaba entre sus manos
apretándolo contra su pecho, como el mayor tesoro que jamás pudiera creer conseguir.
Algo tan pequeño y con tanto para contarle, un libro ignorado por todos como un
vulgar índice, arrinconado y olvidado. Pero en su interior aquella lista de textos
increíbles recopilados por el anterior archimago, tenían un gran valor para
ella.
Palabras vivas, cargadas de
significado real que cobraban su mayor protagonismo cuando la heredera del
cargo a quien estaba destinado, demostrase ser merecedora de leer su contenido.
Libros perdidos, ancestrales,
escritos por verdaderos genios de la magia y la comprensión de las fuerzas de
la naturaleza. Misterios callados, formulas magistrales, hechizos legendarios;
todos estaban a su disposición, a una sola mirada en cualesquiera de las
páginas de aquel libro donde curiosa observase.
Destructivos y sanadores,
elementales y esotéricos, encaminados en una única dirección por una mano que
supiese manejarlos con sabiduría. Y pensar lo había descubierto de la manera
más insólita que pudiese imaginar, no pudo por menos sentir una profunda
admiración por el genio del archimago y su sentimiento del deber, una
admiración que no podría demostrar por muchos otros quienes en la vida
cotidiana la rodeaban.
Subió las escaleras hasta sus
aposentos de tres en tres, llevaba la respiración acelerada y un rubor le
cubría las mejillas como si fuese una joven acosada por palabras de amor, pero
no era este su caso. Eran las circunstancias las que provocaban ese sonrojo, el
conocimiento al cual podría acceder la transformaría en un ser omnipotente y
ese pensamiento la turbaba, sabía el exceso de poder podría acarrearle dejar
atrás sus más profundos ideales y tenía miedo de ignorar sus propios propósitos.
Debía ser cauta, no dejarse arrastrar por los descubrimientos que en un futuro
conocería y no contarle a nadie su secreto.
Llegó hasta las habitaciones
privadas, las manos le temblaban de emoción al depositar el libro en el
escritorio. Lo observó bien, a simple vista era de vulgar encuadernación y
tamaño tipo, no se diferenciaba de la inmensa mayoría de libros depositados en
la biblioteca, ni siquiera destacaba su cuero, avejentado y empobrecido. Las
palabras “Índice mágico” estaban adornadas por un ribete rojo y rellenadas de
un oro desgastado que conoció mejores épocas, destacando a duras penas en el
conjunto oscuro que conformaba el color de las tapas. En su lomo se repetían de
igual forma las dos palabras, sin ningún otro tipo de lujo. Cualquier librero
que se preciase apenas daría por el ni quince eurillos.
Se dignó acariciar las palabras
sintiendo un cosquilleo especial. No había duda alguna, una gran carga mágica
dominaba su entorno y había que ser una completa nulidad para no darse cuenta.
Claro que ella notaba esa sensación, era la archimaga en persona y el libro en
cuestión, estaba a su alcance. Nadie más podría darse cuenta de su contenido
real y aquello era excitante y peligroso. Excitante porque al fin podría
desligarse de las ataduras del colegio mágico y todas sus obligaciones;
peligroso por las consecuencias que tendría en su vida y el devenir de los años
sufriría un notable cambio. Un cambio al cual habría de acostumbrarse, a pesar
de su vida reglada y ordenada, siempre había deseado un acontecimiento así.
Acabar con las imposiciones suponía una grata liberación.
Todo iba a cambiar a partir de ahora.
Abrió por una página al azar y
colocó su dedo índice en una de las múltiples líneas que conformaban el
majestuoso listado de conocimientos. Con cierto temor se atrevió a leer las
palabras que contenía su apuesta y quedó un tanto desconcertada por ello.
-¿Qué significa esto? –pronunció a viva voz, mientras volvía
a leer con atención la misma línea.
“Sobre los cuatro. La leyenda que
nunca lo fue” repitió más veces en su mente. No comprendía como un vulgar texto
sobre un hecho intrascendente pudiera merecer la pena de estar incluido en tan
excelsa colección, un vulgar cuento de niños de quien nadie hacia caso ni solía
hacer referencia sino quería ser tomado por infantil e inmaduro.
“No hay duda, es una broma. Pero
me he jurado a mi misma leer cuanto encontrase y no voy a hacer una excepción,
aunque creo lamentaré esta primera lectura” pensó resignada mientras el hechizo
pertinente ponía entre sus manos aquel tomo.
Al contrario del Índice aparentemente envejecido, la tapa estaba
profusamente adornada con siluetas y líneas elaboradas, como intensas raíces de
arboles cruzándolo de un lado a otro. Las letras del título resplandecían cual
agua iluminada en un día despejado, mientras un olor a bosque húmedo y antiguo
del cual ignoraba su situación se dejaba destacar en el ambiente.
Lo abrió con un suspiro de
conformidad y empezó a leer. Las palabras empezaron a cobrar vida trasladándola
a los lugares donde se suponía tenía lugar la acción. Al principio no le
llamaba atención alguna ese relato, pero según iba comprendiendo cuanto leía y
en su mente se descubría un plan lógico, supo de alguna forma que podía haber un ápice de
realidad. Por lo tanto se sumergió más profundamente en entender cuanto contaba
y sacar sus propias conclusiones.
No tardó en sorprenderse e incluso
entusiasmarse, no podía dejarlo y el día dio paso a la noche y a un nuevo día.
Testadurra no había cambiado de posición, tan intrigada estaba por llegar al
desenlace de toda aquella trama que el mundo a su alrededor no importaba. No
desayuno nada, ni probó almuerzo ni cena. Apenas recordaba tenía que beber y
sorbía de una bonita copa el líquido que contenía, el cual se rellenaba al
instante de haberse acabado gracias a la exquisita habilidad de la maga.
Llegó al final y se llevó una
profunda sorpresa, justo cuando se iban a revelar los nombres y procedencias de
los cuatro el libro terminaba. Se quedó desolada, después de tantos datos y
signos de autenticidad de la leyenda estaba sin resolverse, como si su autor
hubiese decidido que quien lo leyese terminase su obra.
Lo cerró con violencia, enfadada
por esa circunstancia. Se quedó mirando la pared dubitativa en cual debería ser
su propio movimiento y no tardó mucho en sonreír malévolamente.
“Bien, así que este es tu juego.
Provocarme y luego dejarme con la duda, pero no voy a darme por vencida,
comprobaré cuanto he leído y después… sabré si mis certezas son las de una
persona cuerda”
Se levantó enérgica, volviendo a
dejar el curioso libro encima del Índice y obrándose su desaparición.
-Manos a la "obrra" –pronunció a
unos espectadores que no existían y empezó a realizar los sortilegios necesarios
para empezar a conocer la verdad tras la leyenda.
Todo indicaba que si se esperaba
la luz de una estrella determinada en un momento determinado, se conseguiría el
principal indicio de su existencia. Si la peculiar burbuja de energía conjurada
reaccionaba, era señal de que los cuatro deambulaban por Tamtasia y si ello era
cierto, debería ser capaz de reunirlos y por una vez, dar por sentado que los
sueños no lo son tanto. Sería recordada como la hacedora de leyendas, además de
otros muchos más títulos y honores que esperaba reuniría en su larga vida.
“Aliento, acierto, corte y golpe.
Sois todos míos” sonrió ilusionada, pero al comprobar los libros del movimiento
estelar se dio cuenta faltaban muchos meses para poder llevarlo a cabo. Tal
noticia le produjo una mueca de fastidio, por ahora debería dejar esa mundanal
intención y se puso a estudiar la forma de producir aquel hechizo de energía descrito
en el libro de los cuatro.
Pronto comprendió era mucho más
complejo de cuanto pudo imaginar. Necesitaría meses para preparar alguno de sus
componentes, realmente difíciles de realizar y solo un completo conocimiento de
variadas artes podría dar a luz un final aceptable. Por suerte, la archimaga
tenía los estudios y la capacidad para llevarlos adelante, pero le supondría
todas sus energías y no habría tiempo para nada más.
“Al cuerno con todo lo demás.
Esto me supone un desafío y me encanta no doblegarme ante los infortunios” su
mente ya pensaba en el plan de trabajo, si era necesario no saldría de sus
habitaciones mas que por las obligadas reuniones del Consejo. No tenía ninguna
intención de salir al exterior ni deseaba a ningún intruso molestándola.
Se puso a realizar una lista de
los elementos necesarios, una larga lista con ingredientes exóticos y
variedades singulares de minerales que en escasos lugares se podían obtener.
Iba a salirle caro, muy caro, pero debía ser cauta. Algunos ya los tenía en su
poder, otros los conseguiría por medios ajenos a Nosonlastantas, no quería
llamar la atención ni que nadie sospechase sobre cuanto iba a embarcarse.
“Si, voy a pasar un tiempo muy
entretenida” se cuestionó al mismo tiempo que tomaba un trozo de pan duro de la
cena del día anterior. No dio muestras de importarle y continuó sin prestar
atención en dar bocados a cuanto sus manos alcanzaban.
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