lunes, 4 de mayo de 2015

CG9834



Entró en la sala ante un expectante silencio. La iluminación era tenue con unos focos especiales, que no generaban calor alguno ni podían dañar cuanto bajo ellos se encontraba, conformando la única luz del lugar. Dio unos medidos pasos, acercándose a la tarima donde estaban expuestos los artículos que habían sido el comentario general durante aquellos días anteriores.

El lugar se iluminó solo en su entorno. Una pequeña plataforma rodeaba en un semicírculo la singular tarima, mientras alrededor las penumbras seguían dominando los límites de aquel recinto. Notó como muchos ojos posaban las miradas sobre él. Fue una sensación confortante, hasta ese momento no había gozado de la atención de los suyos y todo su esfuerzo, había culminado en la obtención de ese reconocimiento largamente esperado.

Sobre la plataforma, esperaban pacientes los mentores atentos a cualquier incidencia, vigilantes y tan entusiasmados, como el resto de quienes allí se encontraban.

Se dirigió con una actitud teatral hacia el primero de aquellos objetos que tanta conmoción habían creado. Podía permitirse ser afectado, mostrarse casi irreverente, su triunfo así lo permitía. Lo cogió y levantándolo se dispuso a presentarlo a su público.

—Primer objeto. Contiene proteínas fibrosas y globulares, a continuación entrego la composición química de este elemento tan peculiar —la plataforma donde reposaba se movió con suavidad, acercándola a donde el grupo de la estructura semicircular se encontraba observando.

—Trátenlo con cuidado. Es un objeto muy delicado —con un cariño que podría pecar de ser reverencial, fue pasando de unos a otros. Lo examinaron dándole múltiples vueltas, comprobando su textura, su resistencia y su tacto. Siempre sin poner en peligro su integridad estructural.

—Segundo objeto, diversos minerales como litio, cobalto, cobre, estaño, oro y plata, además de polímeros artificiales y vidrio. En las pantallas, les facilito el esquema de este curioso artefacto y su despiece.

Paso igualmente por entre todos los mentores, quienes lo contemplaban con asombro e igual aprecio que al primero de ellos habían mostrado.

—Tercer objeto, en cierta forma el más curioso de todos. Observen su peculiar estructura, sus elegantes y proporcionadas formas, la confección de dicho armazón está compuesto únicamente por hierro —le dio una vuelta con suavidad, pudiendo apreciarse era igual por todos sus lados— y fue pintado con aceites y resinas naturales, de los que aún conserva importantes trazas.

Al igual de los dos anteriores, fue acogido con fervor y tratado con igual cariño. Todos lo observaron, tocándolo y examinando su peculiar forma.

—Ellos han formado parte de mi hallazgo. Por supuesto, ninguno de estos objetos son naturales ni fruto de la casualidad. Formaron parte de algo… —dijo con cierta tristeza— algo singular.

La estancia se llenó de una intensa luz. En aquel momento pudo apreciar la profundidad del recinto donde se encontraba y la vasta cantidad de compañeros, de toda condición, observándole con grata satisfacción. Obtuvo un sonoro clamor a sus palabras, que resonó vibrante durante unos largos minutos.

Cuando la sala se desalojó, quedó con sus pequeñas maravillas. Las miró de nuevo, tocándolas con entusiasmo y con el miedo de dañarlas en un descuido. Activó un campo de energía a su alrededor para protegerlas de todo mal y se dirigió a un panel que en una de las paredes de la sala se encontraba.

Uno de sus mentores se acercó a su lado, mientras la pared se transformaba en un amplio ventanal que dejaba ver claramente el exterior.

—Has hecho un gran descubrimiento. Serás recordado por toda la posteridad —habló el mentor, contemplando donde su pupilo había logrado su éxito.

—Aunque nunca sabremos qué utilidad tenían. Son objetos extraños, hechos por seres aún más desconocidos —respondió CG9834, ahora famoso descubridor de otras formas de vida.

—Sí, por desgracia su planeta esta arrasado. Y no queda nadie ni nada que nos pueda dar una pista —respondió EM9304, maestro cibernético de la vigesimonovena generación, mediante su código binario. El lenguaje que su pueblo de origen metálico, basado en compuestos de silicio, usaba para expresarse.

Atrás en unas vitrinas de honor, figuraban los objetos, destacados entre todos los descubrimientos de su raza en su tranquilo deambular por un espacio interminable. Un sombrero de fieltro negro; un teléfono móvil de colores chillones y pantalla rota; y por último, una vieja jaula, que en un tiempo pasado pudo contener un loro, u otra ave parecida.

Y quedaron mirando el planeta gris y frío, vacío y muerto, el tercero de un sistema solar mediano, cuyo sol radiaba con bravura su infinita fuerza al cosmos, desde su inmensa nave de exploración.

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